- 9 Octubre, 2025
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La enfermedad de Alzheimer podría prevenirse aproximadamente hasta en un 50% si se modifican ciertos factores de riesgo a lo largo de la vida, afirma la neuróloga Sheila Castro Suárez, del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN).
El Alzheimer es una enfermedad progresiva que, si bien no tiene cura, puede retrasarse mediante la adopción de hábitos saludables. La clave, señala la especialista, radica en la educación desde etapas tempranas, el control adecuado de las enfermedades crónicas, el cuidado de la salud mental y el fomento de la interacción social.
Detalla que se han identificado 14 factores de riesgo asociados con el desarrollo de la demencia tipo Alzheimer. Menciona el factor educativo como uno de los factores de riesgo modificables más importantes para la prevención. Es clave, añadió, alcanzar el mayor nivel de educación de calidad posible en la juventud, un objetivo que debe guiar las políticas nacionales de educación.
En la mediana edad, aproximadamente entre los 40 a 60 años, es fundamental controlar factores como la obesidad, la inactividad física, la diabetes, la hipertensión arterial, el colesterol elevado, el consumo de alcohol y tabaco, la depresión, los traumatismos craneoencefálicos (golpes de la cabeza) y la hipoacusia.
Después de los 60 años, los factores a modificar están relacionados con el aislamiento social, la contaminación del aire, y la pérdida visual. “Solo usando audífonos o controlando la presión arterial, ya podríamos reducir significativamente el riesgo”, agregó. “Hay mucho por hacer, pero la prevención comienza mucho antes de los 60 años”, enfatizó.
La enfermedad de Alzheimer recuerda la neuróloga, es una enfermedad neurodegenerativa causada por la acumulación de proteínas anormales en las neuronas y puede presentarse incluso en edades tempranas antes de los 65 años.
La especialista explica que el Alzheimer se manifiesta tras la acumulación de estas proteínas en el cerebro durante un período de 15 a 20. Gracias a los avances tecnológicos, hoy es posible detectar si una personase encuentra en una etapa presintomática de la enfermedad.
Entre los primeros síntomas que pueden aparecer, tanto antes como después de los 65 años destacan la pérdida frecuente de objetos, la repetición de preguntas o conversaciones, la desorientación en lugares poco habituales y la dificultad para planificar actividades cotidianas.
En los estadios más avanzados, además del compromiso de las capacidades intelectuales y cognitivas, como la memoria, el lenguaje y la planificación, también se presentan síntomas de psicológicos y conductuales, como la depresión, ansiedad, alucinaciones, etc.
Respecto al diagnóstico, además del cuadro clínico sugestivo, las neuroimágenes juegan un rol importante. Dentro de ellas, la especialista explicó que actualmente se recurre a pruebas tomográficas especializadas para el diagnóstico. Comentó también que se investigan nuevas técnicas, como una prueba de sangre aprobada por la FDA llamada P-TAU-217, que detecta las proteínas relacionadas con la enfermedad. Sin embargo, aún no está disponible en contexto clínico, pero que se considera una prueba diagnóstica prometedora.
Castro subrayó además la importancia de la familia en el cuidado del paciente. “Quizá nuestro familiar no nos recuerde, pero nosotros sí, sabemos que calidad de persona ha sido, como han sido ellos con nosotros y que merecen todos nuestros cuidados.”
Finalmente, la neuróloga recordó que el Alzheimer no solo afecta a quien lo padece, sino también a los cuidadores y familiares, quienes también requieren apoyo emocional y momentos de descanso. “Ellos deben saber que pueden cansarse, reconocer que necesitan ayuda, es parte del manejo integral”, concluyó.
INCN