- 3 Marzo, 2019
- By Oficina de Comunicaciones
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Cuando el consumo de drogas es en etapas tempranas de la vida, las alteraciones en el cerebro son más significativas y los daños más severos, que se manifiestan en el cambio de personalidad, alteraciones del pensamiento y cuadros psicóticos, sostiene el jefe del Departamento de Enfermedades Neurodegenerativas del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN), neurólogo Danilo Sánchez Coronel. Refiere que las personas que consumen drogas, como la marihuana, cocaína, heroína, morfina y anfetaminas, enfrentan transformaciones de los circuitos neuronales y, por tanto, también de la bioquímica cerebral: dopamina, serotonina, noradrenalina, gaba y endorfinas. “Estas transformaciones provocan cambios predominantes en las áreas prefrontal, ganglios basales y el tálamo, centros que regulan la conducta humana”, puntualizó. En resumen, las consecuencias se advierten desde la pérdida del control de los impulsos y en los cambios de comportamiento y pensamiento hasta la aparición de cuadros de desmotivación y desinterés por todo. “Estos cambios funcionales luego se convierten en estructurales haciéndose irreversibles”, advirtió. Al explicar cómo funciona el cerebro en estas situaciones, precisó que el cerebro se activa por la experiencia del ser humano, de su relación con el medio ambiente, que es la base del aprendizaje, los cuales consolidan las redes neuronales de manera natural, de acuerdo a las vivencias de cada persona, y establecen mecanismos de recompensa que generan estados de bienestar y satisfacción. En las personas que consumen drogas, si bien se da la sensación de bienestar, el sistema de recompensa que se activa es de modo artificial, lo que transforma el funcionamiento natural del cerebro y sus redes neuronales, provocando daño que será mayor e irreparable si el cerebro está en formación, es decir en la niñez y adolescencia. Por ello, para el especialista es importante que las instituciones públicas, privadas y la comunidad en general, sumen esfuerzos para que a través del sistema educativo se articule mecanismos de protección a los niños y jóvenes, para evitar el consumo de drogas, porque los efectos en ellos resultan devastadores. Pidió para situaciones de adicción a este tipo de drogas, implementarse una atención sanitaria especial, que labore en la prevención y sus complicaciones, además de ofrecer apoyo psicológico, psiquiátrico, neurológico y social a los afectados y a sus familias. En ese sentido, abogó por que se implemente con prioridad políticas públicas orientadas a combatir las adicciones a este tipo de drogas en la niñez y juventud, que involucre a múltiples sectores; ya que es un problema nacional.